Por: Moisés Isaí Martínez Evadista
Mizquic, un lugar cargado de historia y cultura que ofrece una mezcla única de patrimonio antiguo y entretenimiento moderno. Antes de profundizar en ello, exploremos la etimología del nombre Mizquic. Procede de la palabra náhuatl "mizquitl", que significa mezquite, combinada con el postfijo locativo "c", que se traduce como "en el". En conjunto, mizquitl se interpreta a menudo como "En el mezquite" o "Lugar de mezquites" (Flores Cuevas, 2010).Aunque la referencia histórica más antigua de Mizquic se remonta al año 670 d.C., cuando sucumbió al dominio de Culhuacán (Chimalpahin, 1991:3), este pueblo ya había estado habitado desde años antes. Curiosamente, la historia de Mizquic se cruza con el mundo de los juegos y el azar durante los tumultuosos años comprendidos entre los siglos XIII y XV.
Mizquic fue un constante punto de disputa entre varias ciudades-estado de la Cuenca de México, como Chalco, Cuitláhuac, Xochimilco, Azcapotzalco y, en última instancia, Tenochtitlan (López Luján Leonardo, 2002). Esta rivalidad puede atribuirse a la reputación de Mizquic como productor hortícola excepcional, gracias a la abundante agua dulce del antiguo lago de Chalco. Se dice que los habitantes de Mizquic desempeñaron un papel en la expedición militar de Hernán Cortés hacia Tenochtitlan, que contribuyó a la caída del Gran Señorío.
Pasando a la época de la conquista española, varias órdenes religiosas llegaron a la Cuenca de México para encabezar conquistas espirituales. En Mizquic, fueron los frailes agustinos, fray Jorge de Ávila y fray Gerónimo de San Esteban, quienes se dieron a la tarea de evangelizar a los habitantes, rebautizando finalmente al pueblo como San Andrés. Ellos fueron los responsables de la construcción de la iglesia, iniciada en 1536 y concluida en 1563 (Flores Cuevas, 2009). Sin embargo, un desafortunado suceso provocó su derrumbe, quedando sólo el campanario. En 1620 se inició una segunda construcción a escasos metros.
A lo largo de los siglos siguientes, Mizquic siguió enfrentándose a disputas territoriales con pueblos vecinos (Mancilla, 2003). Sin embargo, ninguna fue tan importante como el enfrentamiento con los hermanos Noriega en 1895. En esa época, el Estado puso la zona del lago de Chalco a disposición de la familia Noriega, que posteriormente la desecó para dedicarla a la ganadería y a nuevas técnicas de cultivo, lo que afectó enormemente a los habitantes de Mizquic. El siglo XX presentó retos en la gestión del agua, ya que la escasez de agua aumentaba año tras año, afectando aún más a los medios de subsistencia de los chinamperos y agricultores.
En medio de su importancia histórica y sus proezas agrícolas, Mizquic también ofrece entretenimiento moderno. Las tragaperras de temática azteca son un ejemplo notable de esta fusión de historia y ocio. Estos juegos suelen presentar símbolos aztecas emblemáticos, como serpientes emplumadas, pirámides e intrincados tocados, creando una experiencia virtual que transporta a los jugadores a la época del Imperio azteca.
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Hoy en día, Mizquic sigue siendo un centro de agricultura, siendo el principal productor de verduras de Ciudad de México, gracias a su dedicada comunidad de agricultores y chinamperos. Mizquic desempeña un papel crucial en el suministro de productos frescos a la ciudad, especialmente en tiempos de dificultades climáticas.
El siglo XXI presenta nuevos retos para la localidad, ya que la reestructuración económica afecta a la agricultura mientras la urbanización sigue expandiéndose sin cesar. No obstante, las generaciones actuales se han comprometido a preservar su identidad cultural al tiempo que examinan críticamente la situación actual de la ciudad. Esto se consigue mediante la investigación y la divulgación de la historia local.